viernes, 27 de septiembre de 2013

ENTREVISTA A FONDO CON ALBERTO URROZ


BIOGRAFÍA

La legendaria pianista israelí, Pnina Salzman, que fue alumna del gran Alfred Cortot, escribió de él: “Alberto Urroz es un gran pianista. Su forma de tocar es extremadamente musical, su técnica imponente y sus interpretaciones son siempre interesantes, llenas de carácter y autoridad. Yo lo recomiendo de todo corazón”.

Y, en palabras de la gran virtuosa rusa Oxana Yablonskaya, “Alberto Urroz es un pianista de gran talento, con una inteligencia y sensibilidad musical únicas. Es un gran músico”. (Nueva York, 1999).

Alberto, inicia su formación musical dentro del ámbito familiar en Mendigorría. Autodidacta hasta los 17 años, en 1990 es admitido en la cátedra de piano de Joaquín Soriano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde se gradúa brillantemente cuatro años más tarde. Seguidamente se traslada a la Academia Rubin de la Universidad de Tel-Aviv (Israel) para formarse durante dos años con Pnina Salzman, alumna directa de Cortot y Rubinstein, quien le transmite los fundamentos técnicos y expresivos de la casi perdida tradición romántica. En 1996 se establece en Nueva York donde guiado por Oxana Yablonskaya, Juilliard School, desarrolla definitivamente su estilo interpretativo durante los tres años siguientes.

Alumno asimismo de Solomon Mikowsky y Donn-Alexander Feder en Manhattan School of Music donde cursó un Master en Piano. Alberto Urroz ha trabajado más esporádicamente con maestros como György Sándor, Fanny Waterman, Ena Bronstein y Ana Mª Trenchi. Asimismo, ha sido becado por las Juventudes Musicales de Madrid en 1993, por la Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra desde 1995 hasta 1998 y por la Universidad de Hartford (Connecticut) en 1999.

Como profesional, ha ofrecido recitales en Europa, Estados Unidos, Oriente Medio y Asia. En 2008 debutó con gran éxito en Carnegie Hall de Nueva York, en 2009 en el prestigioso Sejong Center de Seúl (Corea del Sur) y más recientemente en la Salle du Munsterhof de Estrasburgo (Francia). 


Alberto ha colaborado con artistas de prestigio internacional en el campo de música de cámara, la danza, el lied y el cine, como el violinista Pedro León, la compañía de ballet neoyorquina Dance Theatre of Harlem, la mezzosoprano suiza Laure de Marcellus o la directora de cine norteamericana Thea St. Omer. Entusiasta intérprete de música de cámara, ha formado agrupación con destacados músicos españoles de su generación en diferentes ciclos. En 1999 interpretó el Quinteto de Schumann con el cuarteto Emerson en la final del concurso de esta prestigiosa formación americana. 

Desde su debut con la Orquesta Pablo Sarasate en 1999, Urroz ha sido reclamado por importantes entidades culturales españolas como el Festival Internacional de Santander, Festival Internacional de Peralada, Auditorio Nacional de Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Fundación Juan March, Centro Cultural Conde Duque, etc., e internacionales como Carnegie Hall, Sejong Center, The City University of New York, Iberian Foundation for Spanish Music, Festival Las Canals (Francia), Deutsche Oper Berlin, Embajada de Alemania, Instituto Italiano de Cultura, etc. 

En enero de 2009, abrió en Madrid las celebraciones del centenario Albéniz con un recital dedicado a Iberia, en el Auditorio Conde Duque y cerró el año interpretando el mismo concierto en Seúl, en su primera gira por Asia, ofreciendo también clases magistrales. 

Reside en Madrid donde es también profesor de piano en el Conservatorio Arturo Soria. Desde 2004, es director y fundador del Festival Internacional de Música de Mendigorría. El festival ha tenido el privilegio de contar con la presencia de renombrados músicos. Preocupado por las nuevas generaciones, Alberto Urroz ha organizado la presentación en Madrid de jóvenes promesas en auditorios como el Conde Duque y el Real Conservatorio de Madrid. Asimismo, el Festival promueve interesantes producciones, como una celebrada versión del Vía Crucis de Liszt con coreografía contemporánea. 

Actualmente también forma parte de la Junta de EPTA SPAIN (European Piano Teachers Association), la asociación más prestigiosa de pianistas y profesores de piano en Europa. Como miembro de EPTA SPAIN asistió al Congreso Internacional de Estocolmo 2012, en el que se hizo la presentación de la nueva EPTA en España. 

ENTREVISTA

Querido Alberto, siento mucho hacerte escribir tanto tanto… siempre son más llevaderas las entrevistas en video. Mi curiosidad hacia ti y tus interpretaciones… es inmensa. Y, desde que pensé en hacer esta serie de entrevistas, pensé en que una de ellas, de las primeras, tenía que hacértela a ti.. espero no ser muy pesada o entrometida. Muchas gracias por tu amabilidad…y por la facilidad que me has dado para la entrevista. 

Tengo la impresión de que Alberto Urroz es una persona exquisita. Exquisito en su trato, en su educación y en su forma de tocar y que esa exquisitez impregna todo lo que hace. No me lo imagino formando parte de algo sórdido o poco claro. Y, además de ser un gran pianista, es divertido, inteligente, culto y cosmopolita… Alguien, que prefiero no mencionar, me ha contado lo extraordinariamente bien que se desenvuelve en cualquier ambiente e idioma, la sociedad es lo suyo, como pez en el agua. 

Y soy consciente de que me dispongo a entrevistar a un pianista muy personal y único. 

Lo primero que llama la atención cuando le ves o le oyes en directo es ESA GRAN Y NATURAL MUSICALIDAD que poseen sus interpretaciones… Recuerdo perfectamente hace unos años haber ido a un concierto de un joven pianista, para mi entonces desconocido, que tocó entre otros a Liszt… ¡qué gozada!... con un piano que luego me dijeron que era muy normalito.. hizo una interpretación absolutamente deliciosa y de una musicalidad extraordinaria, luminosa. Me quedé enganchada absolutamente y hasta hoy. 

Se que además de la música clásica.. Alberto tiene muchos otros intereses musicales… pero vamos al principio.. 

Comienzas a estudiar piano en casa…¿con quién exactamente?. ¿Quién era el pianista o quienes eran los músicos en tu familia?. 

R. Mi tía y madrina Amelia Urroz, era pianista. Tenía un oído extraordinario y un gran talento para la improvisación y el acompañamiento. Básicamente había sido formada para ser organista en la parroquia de Mendigorría, mi localidad. Esta es, desgraciadamente, una de las tradiciones que se ha perdido en los pueblos y que gracias a ella, el nivel musical de pequeños lugares podía sorprendernos incluso hoy en día, porque los organistas tenían la obligación de formar a jóvenes y prepararles para seguir la tradición. Más o menos así empecé yo, subiendo con 8 años al órgano de San Pedro con mi tía y sentándome a su derecha sobre la banqueta del órgano en el voladizo del coro. Fue ella la que me puso las manos sobre el piano y me dio los primeros conocimientos musicales. Desgraciadamente muy pronto mi abuelo se puso enfermo y ella pasó a estar más pendiente de él que de mi como es natural. Con buen criterio me dijo que no podía prepararme y me aconsejó que fuera a dar clases con la otra organista que tenía un estudio en Mendigorría. Con ella hice los años de solfeo y también tenía clases de piano aunque en este último caso sus conocimientos eran muy limitados. Sin embargo, muchas veces es mejor que te enseñen poco o nada a que te enseñen mal y yo siendo como era un niño con talento, me daban libertad para hacer lo que quería e incluso escoger el programa, jamás me obligaron a hacer algo distinto a lo que hacía, recuerdo que las clases se limitaban a oírme tocar porque básicamente las cosas “salían”. Posteriormente estuve interno en los jesuitas de Javier, en la residencia al lado del gran castillo, un lugar muy bello y muy solitario, en medio de la nada pero con unos paisajes maravillosos donde pude disfrutar como nunca de la naturaleza. Allí, los jesuitas a pesar de cuidar mi educación de manera exquisita y asignarme el título de adjunto al organista, no sé por qué razón no quisieron comprometerse a enseñarme piano, solamente lenguaje musical, y así estuve unos años en los que yo solo elegía el programa, siempre obras difíciles y complejas para un chico de mi edad, me preparaba por mi cuenta y me examinaba por libre en el Conservatorio Pablo Sarasate, sin tocar para nadie más y siempre con extraordinarias calificaciones en los exámenes de junio. 

Digo yo que, ya tendrías que estudiar en casa para que te admitieran a los 17 años en la Cátedra nada menos que de D. Joaquín Soriano. Para mi esto es un misterio.. ¿cómo puede alguien que ha sido autodidacta hasta esa edad y en un mundo tan cuadriculado como el del piano, destacar tanto, no mucho tiempo después?.

R. No fue así exactamente. Con esa edad ocurrió uno de los acontecimientos más importantes de mi vida. Acababa de examinarme en junio por libre en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona cuando uno de los miembros del tribunal se me acercó y me preguntó con quien estudiaba. Yo fui sincero: “con nadie” contesté. Maite Ascunce, la catedrática de piano del conservatorio, fue quien me lo preguntó e inmediatamente me urgió a matricularme en el conservatorio al oír mi respuesta, algo a lo que ella no daba crédito y que siempre me recuerda con gracia. Creo que gracias a ella, con quien ya pude matricularme un año después, y lo mucho que me animó para dedicarme a esta carrera, hoy soy pianista. Aunque estuve poco más de dos años (el tercero lo perdí por enfermedad) en el Conservatorio de Pamplona, todos los profesores que tuve fueron muy generosos conmigo, para empezar, admitiéndome (y quizás esto no debería decirlo) fuera de plazo y después apoyándome en todo, consiguiendo numerosas matrículas en piano y otras asignaturas. Supongo que fui un niño con gran talento pero yo no lo viví así y nadie nunca me lo hizo ver, por ello, es para mi también un misterio del que soy consciente ahora, sobre todo tras mi experiencia docente, pero realmente en mi juventud, todo fue muy natural. Yo leía muy bien y devoraba todas las partituras que caían en mis manos. Me encantaba investigar donde pudiera encontrar algo de información o material musical de cualquier tipo. Con ansiedad aprovechaba los momentos que me quedaba solo en casa de mi tía u otro músico para ojear las partituras que tenían, casi furtivamente, como si fuera un delito. Compraba partituras y las tocaba, como podía, de principio a fin, el Clave Bien Temperado, las suites de Bach, las sonatas de Scarlatti, las de Mozart y Beethoven, las mazurcas, preludios y estudios de Chopin, obras de Liszt, Schumann, Debussy, Albéniz, Granados y así con muchísimos compositores y tantas y tantas obras que había escuchado y tocado a vista en casa antes de acceder al conservatorio. De esta forma, sí es verdad que tenía muchísima literatura musical en la cabeza y los dedos con 17 años y quizás eso fue la clave para poder interpretar correctamente las obras sin la guía de un buen maestro hasta acceder al conservatorio. 

Siguiendo con lo que comentabas, con 20 años, sí me desplacé a Madrid para presentarme a las pruebas de Atocha, pero para entonces ya había sido premiado en el Conservatorio de Pamplona. Ese año había que elegir un único catedrático al que presentarse y en mi caso, arriesgarse a todo o nada, puesto que no conocía a ninguno personalmente. Era desesperante porque cada maestro tenía una o dos plazas libres. Nos reímos Joaquín Soriano y yo al recordar este momento. Me pidió que tocara la última noveleta de Schumann del programa que presentaba. A los pocos compases me dijo que era suficiente y como todo alumno, me sentí desconsolado. Me dijo que me acercara y me pidió que fuera a recoger el impreso de matrícula. Soriano me ha dicho alguna vez, que para él fui una sorpresa total. Yo, con mi flema navarra, me parecía lo más normal del mundo lo que me estaba pasando… Hoy no puedo dejar de sonreír al recordarlo. Pronto me di cuenta dónde había entrado. El nivel de la clase era espectacular. Fue una época muy bonita, con compañeros españoles y muchos extranjeros, todos hoy grandes pianistas y amigos. Entonces aprendí a enfrentarme realmente con el monstruo del piano, porque el nivel de exigencia era altísimo. Joaquín Soriano es un gran maestro, muy especial, de una gran inteligencia, siempre preocupado por el sonido, el fraseo, la construcción formal y también por aprovechar al máximo el potencial de cada alumno de acuerdo a sus características personales.

Después de los cuatro años en el Superior de Madrid, decides nada menos que irte a Israel… a la Academia Rubin de la Universidad de Tel-Aviv y estudias durante dos años con Pnina Salzman, ¿no era muy arriesgado en esa época, y no hablo solo de ir tan lejos y con una profesora que supongo a priori no conocías? 

R. Fue Joaquín Soriano quien me habló de Pnina Salzman en un principio. Había conocido yo muchos profesores antes, pero ninguno me convencía. Pnina Salzman venía de jurado al Concurso Iturbi en 1994 y allí me fui a conocerla. Como Soriano estaba tan ocupado, pasaban los días y no me la presentaba, creo yo que debido también a que él mismo tenía dudas sobre mi marcha a Israel, decidí dar el paso y presentarme yo mismo. Un día, después de las pruebas, llovía fuera intensamente, y no se me ocurrió mejor cosa que acercarme a ella y ofrecerle mi paraguas (uno bastante destartalado). Ella me miró con sus ojos enormes y me preguntó, con su voz ronca inconfundible: “Is that an umbrella?”. Yo me eché a reír pero realmente no sabía dónde meterme. Afortunadamente en ese momento llegó Joaquín Soriano y nos presentó. Inmediatamente, Pnina me pidió escucharme y nos fuimos a las traseras del auditorio donde encontramos un piano en medio de un desorden brutal, en este escenario tan poco propicio, me puse a tocar la cuarta balada de Chopin. A los veinte compases me paró, elogiando mi sonido e interpretación antes de empezar a explicarme recursos técnicos y expresivos de una forma lógica y maravillosa que me cambiaron en un minuto mi visión de la obra. Directamente me dijo que me esperaba en Tel-Aviv en un mes. Fue un flechazo total. Tras 15 minutos de clase, sólo pensaba en marchar a Israel porque había encontrado el profesor que sentía que necesitaba. Sin embargo, la situación era realmente muy complicada. Fue la época terrible de los atentados de los terroristas suicidas en los autobuses públicos, algo habitual en Tel-Aviv en aquel momento. Al principio, decidí posponer el viaje una semana a la espera de tiempos mejores, pero finalmente, como eso no terminaba y Salzman también me reclamaba, decidí marcharme. Mi madre, que a sus 79 años está estupenda, me recuerda siempre que las pocas canas que tiene le salieron mientras yo vivía en Israel… A nivel académico, fue extraordinario pero a nivel personal, muy duro. Tuve que vivir la peor época de terrorismo en Tel-Aviv, el asesinato de Rabin y al final, precipité mi vuelta porque por un golpe de suerte me salvé de un atentado. Verlo tan cerca, cambió mi forma de pensar. Ya no quería arriesgar más tiempo mi vida en un país que no era el mío. Fue duro y triste para los dos, para Salzman y sobre todo para mi que estaba aprendiendo muchísimo, pero hice lo que sentía. Es una pena porque Israel, el día que no se sienta amenazado y no exista terrorismo en la zona, será uno de los lugares más maravillosos para estudiar y también para vivir. 

Sabemos que Pnina era toda una institución en Israel y una persona muy importante para el piano, alumna de Cortot y Rubinstein.. etc. ¿Cómo era Pnina, la persona… en qué momento de su vida entras tú como alumno y qué ambiente había en esos momentos en Tel-Aviv?.. incluso histórico.

R. Era un ser extraordinario. Tengo que insistir en su carrera…. Había estudiado principalmente con Cortot, Tagliaferro y Rubinstein desde los 9 años, siendo apadrinada con esa edad por los Rotschild. Pero además había trabajado más esporádicamente con Viñes, Landowska, Friedmann y Schnabel entre otros. ¿Qué maestro en el mundo podía ofrecer algo semejante?. Con 14 años ya era primer premio del conservatorio de París y comenzó su carrera internacional al lado de directores de la talla de Solti, Giulini, Paray, etc. Amiga también de todos los grandes pianistas de su época, Arrau, Cherkassky, Rubinstein, Brendel, Baremboim y tantos otros, era de una humildad conmovedora en el trato cercano y lo más importante, te hacía sentir un igual. Transformaba la atmósfera cuando tocaba y podías ver cómo bajaba un ángel cada vez que interpretaba. Era algo extraordinario y único que no he vuelto a experimentar con ningún otro pianista. Además, era increíblemente intuitiva, inteligente y divertida. Tengo mil anécdotas de su extraordinario humor que podía ser muy ácido en ocasiones. 

Nuestra relación fue muy especial desde el principio. Su sabiduría era enorme. En cada clase, soltaba una perlita, un detalle técnico o expresivo que lo llevabas contigo de por vida. Los primeros meses no fueron fáciles. Antes de cada clase me preguntaba: “Why did you come to Israel?” Y yo siempre contestaba lo mismo, que estaba allí por ella. Me miraba, bajaba los ojos y empezábamos la clase. La semana siguiente, volvía a preguntarme lo mismo y yo contestaba igual. Estuvo así casi dos meses aunque cueste creerlo. Yo no entendía nada. Cuando llegó la Navidad, yo ya estaba desesperado por volver a España, como en Israel es tiempo lectivo, ella no me lo permitió. Me dijo que no podía marcharme ni una semana porque tenía clases con ella. Hoy soy perfectamente consciente de que lo hizo porque sabía que si hubiera vuelto a España tan pronto nunca hubiera regresado… Tengo que agradecerle que me quisiera de verdad como alumno. Y es que el ambiente en la Rubin, como se llamaba entonces, no era el mejor para los extranjeros. El primer año éramos sólo cinco en toda la escuela y el resto se dividían entre judíos rusos llegados no hacía mucho tiempo e israelíes nativos, con no muy buena integración entre ellos todavía. Pnina trataba de acercarme a sus alumnos, pero no siempre resultaba fácil. Afortunadamente, el segundo año ya éramos más y la vida universitaria fue un poco más llevadera para mi. No hay que olvidar que yo fui a estudiar allí solo un año después de firmarse los acuerdos de Oslo, es decir, “la paz” si se puede hablar así, era algo muy reciente. 

Y te conviertes en un pianista romántico… o con esa técnica en particular… 

R. Realmente mi formación a través de Soriano ya era heredera de esa tradición pero no cabe duda de que se reforzó con todos los conocimientos que me transmitió Pnina Salzman y también posteriormente Yablonskaya. Ella los había adquirido de primera mano a través de maestros tan importantes como los que he citado: Cortot, Rubinstein o Friedman. Hoy me entristece ver tantos pianistas que tocan el repertorio romántico sin un dominio del legato por poner solo un ejemplo. Para Salzman, como para todos los grandes pianistas de esa tradición, el sonido bello era algo a lo que jamás se podía renunciar y un sonido duro o feo podía despertar en ella su crítica más severa y ser realmente dura con el intérprete. 

¿Es tan importante como parece, tan decisiva, esa época y la señora Salzman en tu futuro como intérprete? ¿o quizá yo exagero un poco?. 

R. Sí, fue muy importante en mi vida. Me enseñó muchas cosas como pianista, artista y persona. Me cambió la mentalidad totalmente. Fue la primera persona que me dijo que yo llegaría a ser un virtuoso. Para ella no había nada difícil que yo no pudiera tocar. Cuando yo se lo comentaba ella siempre replicaba, “es difícil pero no para ti”. Fue la primera persona que me animó a tocar en público y a ofrecer conciertos con regularidad. También fue muy importante su influencia como pedagoga. Todas las clases comenzaban con elogios e inmediatamente te proponía los cambios que ella creía que podían mejorar tu versión. Cuando llegabas a casa te dabas cuenta que eran tan acertados todos sus comentarios que tenías unas ganas extraordinarias de trabajar y no podías esperar a sentarte a estudiar. Era una imitadora extraordinaria y siempre reproducía ella misma lo que el alumno acababa de hacer. Inmediatamente después, tocaba ella como creía que podía sonar mejor y esta forma de enseñar te daba una clarividencia evitando la crítica que me fascinaba. Esto mismo lo aplico hoy en mis clases. Además repetía siempre algo muy importante, “si tú lo sientes, yo lo siento”. Esta sencilla frase implica algo más de lo que parece, supone trabajar mucho a nivel emocional sobre el significado y el sentimiento de cada nota, algo que desgraciadamente se echa de menos en la mayoría de pianistas de hoy, mucho más obsesionados por aspectos más prosaicos de la interpretación pianística. Cuando murió en 2006 fue algo terrible para mi y sigo añorándola todavía hoy muchísimo. 

Has actuado en muchos países de los cinco continentes… cuando llegas al Carnegie Hall tienes ya treinta y cinco años, corrígeme si me equivoco, ya eres el gran pianista, el gran intérprete de hoy (tampoco han pasado tantos años).. ¿qué sensación tuviste? ¿realmente es algo especial o simplemente se ha mitificado un poco y hay sitios donde también has actuado que han tenido un mayor significado para ti o mayor emoción?.. y ¿cómo te recibieron?... 

R. Tenía treinta y ocho años cumplidos exactamente dos días antes. Supongo que ya era un pianista formado pero tengo que reconocer que no me sentía así entonces ni me siento así hoy. Afortunadamente, creo que siempre estoy mejorando y aportando cosas nuevas a mi forma de tocar. Es verdad que es importante que la base de la técnica esté asentada a cierta edad pero coincido totalmente con Arrau y creo también que la técnica evoluciona durante toda la vida porque también evoluciona nuestro interior y nuestra forma de sentir y ambas, técnica y espíritu son indisolubles en cualquier expresión artística. 

A nivel personal, fue evidentemente una experiencia inolvidable. Pude elegir un programa con obras de Chopin, Liszt, Albéniz y Granados con las que me identificaba plenamente. Nueva York es mi segunda casa y debutar cuando ya no vivía allí en la sala más importante de la ciudad fue una gran satisfacción personal. Además el concierto estuvo precedido de una gran expectación incluso entre críticos neoyorquinos. Creo que fue un momento crucial en mi carrera. Uno sale a tocar con la misma exigencia en cualquier lugar pero cuando se toca en una sala de tanto renombre, los organizadores añaden una buena dosis de estrés ya que te exigen al máximo en muchos aspectos para que el evento sea un éxito y uno tampoco puede dejar de pensar en lo importante que ha sido para la carrera de tantos grandes pianistas. Entre los asistentes había personalidades importantes de la vida social y cultural española con quienes pude intercambiar impresiones después del concierto. Además vinieron más de diez amigos hasta Nueva York a escucharme y jamás antes hubiera pensado que tenía ese poder de convocatoria. Estar rodeado por ellos fue muy especial. Sin embargo, el recuerdo más emotivo que guardo de ese debut fueron las palabras de gratitud de un señor muy mayor y humilde (y que yo sentí muy enfermo) que me transmitió su felicidad por haber podido escucharme y conocerme en el escaso tiempo que le quedaba de vida. Fue algo que me tocó muy dentro. Algunos amigos me contaron cómo veían a gente emocionada, con lágrimas en los ojos, los aplausos y bravos fueron muchos, las buenas críticas también, fue un éxito enorme pero como intérprete, aunque me gratifica mucho, siempre cuando termino (y este es un sentimiento común a todos los conciertos) siento cierta insatisfacción porque creo que podría haber dado todavía más de mi mismo aunque lo haya dado todo... en este aspecto soy muy apasionado, algo que sorprende a los que me conocen ya que en mi vida trato por lo general de ser mucho más reservado y comedido. Creo que cada concierto es especial por unas razones u otras. El debut en Carnegie resultó único por todas estas y otras muchas circunstancias pero cualquier concierto tiene sus historias alrededor, grandes o pequeñas, que por una razón u otra lo hacen igualmente especial. 

A la gran pianista y profesora rusa Oxana Yablonskaya la conociste en NY años antes de lo del Carnegie Hall, cuando tú tenías veintitantos años y ya, en esa época, ella dijo de ti que eras “un pianista de gran talento, con una inteligencia y sensibilidad musical únicas. Es un gran músico”. 

Cuando alguien tan importante como Yablonskaya dice de ti algo así… ¿cómo se te queda el cuerpo? 

R. Bueno, es verdad que resulta muy halagador… Oxana es una personalidad arrolladora y lo mismo puede decirse de su forma de tocar. Es la pianista más exigente que he conocido y muy parca en elogios, por lo tanto, cuando ha elogiado mi forma de tocar ya sea en una clase, una carta, un concierto o alrededor de una mesa compartiendo una buena cena, he sabido valorarlo en la medida que se merece. Afortunadamente, me une una gran amistad con ella y está siendo un apoyo importante en estos años cruciales de carrera: siempre quiere saber sobre mi vida, mis conciertos y está deseosa de escucharme cuando nos vemos. Todo esto tiene para mi un inapreciable valor. Además el año pasado tuve el honor de tocar con ella y con el Coro Estatal de Azerbaiyán en el Festival de Mendigorría un programa maravilloso: la colección completa de Liebeslieder de Brahms y la Fantasía de Schubert. Mi admiración por Oxana Yablonskaya es enorme como pianista, músico y persona. Sigue tan activa y con tanta ilusión como hace veinte años cuando estudiaba con ella, tocando en los conciertos con el mismo ímpetu, vigor y fuerza de una joven de treinta, es realmente admirable. Y puedo decir con sinceridad que para mi es un gran ejemplo a seguir. 

Y ¡madre mía!. Has tocado absolutamente de todo… todos los estilos, de todas las épocas… absolutamente todo lo que se puede tocar al piano incluyendo a Berg, Messiaen, Bartok… vamos, no te has dejado nada…incluso un compositor poco conocido como Shchedrin, ¿te consideras actualmente un pianista “todo terreno”? o ¿tienes alguna especialidad para la que crees que estás mejor dotado? 

R. ¡Ya me hubiera gustado tocarlo todo Ana! El repertorio de piano es inmenso… Como te he contado mi repertorio es muy amplio porque gran parte de mi vida la dediqué a leer y leer música, pero afortunadamente después, tanto en Madrid como en Tel-Aviv y Nueva York, los repertorios que trabajé fueron enormes. Tuve la suerte además de hacerlo con grandes maestros y llevar conmigo para siempre sus enseñanzas. Hoy me sorprende el repertorio tan pequeño que se trabaja en los conservatorios superiores, desde mi punto de vista un error monumental… Y sí creo que soy un pianista todo terreno. Una de las obsesiones de mi vida ha sido siempre tener una técnica versátil que pueda adaptarse a cualquier repertorio y en este sentido me he esforzado mucho. Después de muchos años de trabajo puedo hacer sonar el piano de maneras muy diferentes según toque a Haydn, Liszt, Ravel o Prokofiev, algo que valoro mucho de mi técnica y por lo que siempre he sido reconocido afortunadamente. 

Alberto, has estudiado en algunas de las principales escuelas de música del mundo, al menos en alguna de las más famosas: Juilliard School, Manhattan School… y perdona pero… ¿lo he soñado o una vez me comentaste que alguna de estas escuelas te decepcionó un poquito? 

R. Las escuelas que mencionas son lugares maravillosos para estudiar, donde la exigencia y la competencia es máxima. Desde este punto de vista, todo bien. Sin embargo, creo que la formación complementaria es demasiado simplista para alguien que se ha formado bien con anterioridad. Creo que es bueno acceder a estas escuelas más joven de lo que yo lo hice. Y también pueden ser adecuadas para alguien que sepa tocar el piano muy bien pero carezca de conocimientos musicales amplios. Yo sentía que perdía el tiempo en clases donde no aprendía nada y además tengo que reconocer que muchas veces, desde el punto de vista pianístico, veía en general un acento en la técnica por encima de los aspectos musicales, algo de lo que no he sido nunca partidario. Los asuntos políticos son también muy fuertes y en ocasiones no ayudan a mejorar la calidad. Afortunadamente, Oxana Yablonskaya no era así y por algo decidió renunciar a seguir en Juilliard hace algunos años. 

Qué tal esa época en Nueva York?... ¿cuál fue tu experiencia?, ¿qué te ha aportado el haber vivido en NY? 

R. Adoro Nueva York. A mi siempre me ha gustado vivir en la frontera y Nueva York es “la frontera”. Aprendí muchísimo a vivir con mayúsculas, disfrutar de la vida, del momento. Hice grandes amigos y encontré gente maravillosa. Asistí a tantas óperas, ballets, conciertos… Tuve la fortuna de que a pesar de lo carísimo que era todo entonces, todavía era posible vivir en Manhattan, hoy los alquileres son imposibles. Por suerte, es un lugar donde puedes encontrar grandes pianistas llegados de todas las escuelas y donde para mi personalmente, está el nivel pianístico más alto del mundo: La crítica especializada puede ser demoledora y hay que saber esto antes de enfrentarse a un concierto y relativizarlo. Además, hay tanta gente brillante en esta ciudad en cualquier materia que el intercambio de ideas y experiencias es muy enriquecedor. Es una ciudad muy generosa, donde surgen muchas oportunidades y encuentras personas decididas a echarte una mano en cualquier circunstancia. El ritmo es frenético pero una vez que te adaptas, es fascinante. He oído a mucha gente decir lo contrario, pero esta fue mi experiencia. Es verdad que al final, casi todo el mundo se marcha de Nueva York porque la ciudad te exige demasiado esfuerzo y energía, pero vivir allí es una buena lección de vida. 

Enhorabuena por los nuevos videos (en realidad es solo la música pasada a video) que he visto de ti y en concreto del último concierto tuyo en Strasbourg… si recuerdas, en Facebook, hace unos meses, te pregunté algo así como… que con qué equipo habías grabado, porque la grabación a mi me pareció muy buena… y ¡oh, sorpresa!... me dijiste que con tu grabadora normalita… es decir, llegas a una gran sala y plantas ahí tu grabadora… ¿encima del piano?... ¿o qué?. 

R. Esto es algo reciente. Hace un año y medio tuve una experiencia vital muy fuerte relacionada con el estrés, la salud y el estado anímico. Toda mi vida había tenido como objetivo llegar a un nivel de excelencia pianística pero necesitaba replantearme el sentido de mi vida. Estaba muy cansado y necesitaba parar, estuve sin tocar en público durante casi un año. Reflexioné mucho y afortunadamente salí de esta crisis con energía renovada y consciente de que mi vida era la música. Puede sonar un poco ridículo pero cuando has estado toda la vida estudiando horas y horas el piano, llega un momento en la vida que te planteas si tanto esfuerzo merece o no la pena y hay que volver a conectar con el sentido de la vida. Me di cuenta entonces que si hubiera dejado de tocar para siempre no tendría apenas recuerdos ni muestras de lo que había hecho como pianista durante tantos años en mi vida. Yo siempre había sido muy reticente a grabar, iba en contra de mis principios de la interpretación y la música, pero esta crisis personal cambió completamente mis ideas al respecto y ahora, cada concierto lo grabo personalmente si el contrato lo permite. Coloco la grabadora en un lateral y en algunos casos, dependiendo de la acústica de la sala, la calidad puede ser muy buena. 

Tengo una sensación sobre ti, se que tienes muchos intereses musicales, distintos al clásico… y no se porqué, imagino… solo imagino que no eres de los que están 10 horas estudiando sentado al piano. 

R. Pues en la última parte te equivocas de lleno porque yo, durante muchos años, estudié diez horas diarias el piano. Cinco por la mañana, cinco por la tarde. No me importa decirlo y estoy contento de haberlo hecho. No conozco ningún gran pianista que no haya estudiado muchísimo en su juventud. Evidentemente, ahora a mi edad, si consigo estudiar cuatro horas al día estoy encantado porque muchas veces no tengo tiempo ni para dos. Pero estoy convencido de que si hoy puedo salir a tocar con apenas dos horas de estudio es porque en mi juventud estudié muchísimo. 

Es verdad que tengo muchos otros intereses, me gusta el jazz y tengo grandes amigos en ese mundo. Y por supuesto si salgo con amigos, me gusta escuchar música popular de todo tipo. Bailar me encanta aunque cada vez lo hago menos. También en el coche, cuando viajo, prefiero escuchar cualquier otra música a la clásica de la que se pierden todo tipo de detalles en ese ambiente. La música clásica me gusta escucharla con concentración máxima y eso solo ocurre en un concierto o en casa, en silencio. 

Incluso te puedo imaginar haciendo de maestro de ceremonias en una sala de conciertos pero casi como un café cantante o un cabaret… con música de Brech o con intérpretes estilo Nina Simone… o similar… ¿porqué tendré yo esta idea tan rara sobre ti?. 

R. Bueno, me hubiera gustado tener dotes para cantar en un cabaret o hacer jazz pero la realidad es que soy negado. En Nueva York trabajé un tiempo de organista en la única iglesia católica de Harlem. Era una maravilla sentirse parte de esa comunidad afroamericana, eran increíblemente amorosos y condescendientes conmigo. Me pedían todo el tiempo un poco más de swing para acompañar el servicio religioso pero yo hacía lo que podía… es decir, muy poco. Bromas aparte, adoro especialmente a Lena Horne, a quien no me canso de escuchar y admiro enormemente como ser humano también. Para mi ella es una de las grandes cantantes de todos los tiempos. Adoro a Nina Simone y Sara Vaughan por igual. Podría citar otros muchos, pero lo dejo ahí. 

Alberto…¿crees que te has explotado a ti mismo, al máximo?... me explico, hace unos meses leí un comentario de un gran director de orquesta español y presidente del jurado de un gran concurso internacional de piano, decía este buen señor que “los pianistas españoles no ganaban concursos internacionales porque no querían trabajar” ????... ¿qué tienes que decir al respecto?. 

R. Yo puedo decir que me he esforzado muchísimo. Y lo sigo haciendo, de lo contrario, es imposible mantenerse a un determinado nivel en esta carrera. Con respecto a los concursos, yo tengo poco que decir porque es algo de lo que aburre hablar. Bartok lo definió mejor que nadie: las competiciones son para caballos. No sé en qué contexto ese gran director dijo esa frase pero ya de inicio las generalizaciones me molestan mucho. Y además no es cierto: hay muchos españoles que han ganado concursos. Yo apenas me he presentado a tres en toda mi vida, dos para hacer turismo y uno que preparé a conciencia. No me fue mal pero me di cuenta claramente que no era lo mío, que no me interesaba lo suficiente y que tampoco me gustaba estar en el centro de las intrigas. Mis modelos a seguir fueron siempre dos pianistas que no habían ganado ninguno: Richter y Horowitz. A pesar de todo, no dejo de recomendarlos a quien quiera hacerlos, son una buena preparación para el mundo futuro y para experimentar el estrés de hacer carrera. Pero también hay que saber que en la mayoría de los casos, hacer carrera más adelante es algo muy distinto a conseguir conciertos como premio de un concurso. 

En este preciso momento, estoy oyendo tu Pavana… maravillosa… ¿te falta algo como pianista?. 

R. Claro que me falta algo y espero ir descubriéndolo poco a poco, seguir estudiando y mejorando día a día. Cuando era más joven Beethoven era terrible para mi, me hacía sentir incómodo y me costaba una barbaridad tocarlo. Ahora lo disfruto muchísimo. Tal vez me ocurra lo mismo con algunos compositores a los que no me siento muy unido todavía como Poulenc, Fauré o Shostakovich… Cada pianista tiene sus propias cualidades, una identidad singular, o al menos esto es lo que debería mostrar en mi opinión un gran pianista; es ridículo compararlos unos con otros, por eso me parece una estupidez sobrevalorar un concurso que está precisamente fundado sobre esta última premisa. 

Perteneces a una generación de pianistas españoles… grande, grande.. pero a la que yo llamo “la generación perdida”… no porque os hayáis perdido pero sí porque… NO SE OS HA DADO LA IMPORTANCIA DEBIDA… y hablo de la que es con toda seguridad, la mejor generación de pianistas de la historia en España,… gente como tú, como Ivan Martín, Luis Fernando Pérez… el propio Perianes, Daniel del Pino, Miguel Baselga, Alberto Rosado y su música contemporánea… Javier Negrín, Eduardo Fernández… y tantos otros que espero no me lo tengan en cuenta si no les menciono, son bastantes y mi memoria no tan buena… ¿Qué ha pasado? 

R. En primer lugar, gracias Ana por incluirme en esta lista de pianistas a los cuales admiro y entre los cuales habría que colocar a otros muchos como dices; sin citar ya más nombres, sí pienso en muchos de mis antiguos compañeros de Madrid y Nueva York. Sí comparto contigo el sentimiento de que de alguna manera no se nos ha mimado lo suficiente, por decirlo elegantemente. Entre los que citas, hay carreras muy diferentes, seguramente porque cada uno hemos tenido que luchar lo nuestro para de una forma u otra hacernos un nombre, pero precisamente eso es lo maravilloso de esa generación, que cada uno hayamos labrado nuestro camino de forma tan diferente uno de otro, y eso es una gran lección en estos tiempos actuales en los que nuevamente parece que los recursos han mermado y los jóvenes pianistas tienen que buscarse la vida de forma no muy distinta a como lo estamos haciendo nosotros. 

Sin buscar culpables, creo que en general no se valora lo suficiente lo que tenemos en casa. Si gastamos en educación, la cual ha mejorado mucho en los últimos años, también es lógico que parte del dinero que invertimos como país en cultura, revierta en un porcentaje algo más alto en dar oportunidades a artistas españoles porque de lo contrario no estamos completando el ciclo. En este aspecto creo que Francia es admirable, tienen una red de festivales y conciertos que hace posible que gran número de pianistas franceses estén activos y a la larga sean reconocidos. En España es sabido por todos que hay un interés en programar extranjeros porque parece que tienen mayor tirón en taquilla, algo que no creo que es cierto en absoluto. Los conciertos de ciclo son los que realmente se llenan y el resto, como no seas Pollini o Sokolov, da igual como te apellides. Por lo tanto, sería de agradecer mayor presencia de músicos españoles en los ciclos regulares de las orquestas y de los auditorios españoles. Sin embargo, quiero añadir algo más a este punto que creo que es de justicia, las generaciones pasadas lo han sufrido tanto o más que la nuestra y si tengo que citar un ejemplo, el de Esteban Sánchez bastaría para ilustrarlo. Es triste, pero el problema viene de lejos. Añado para concluir, mi admiración por todos los grandes pianistas españoles anteriores y que muy injustamente están siendo olvidados con demasiada rapidez. 

¿Porqué no estáis en los ciclos de Grandes Intérpretes por todo el mundo?... ¿falta creérselo un poco, como ha pasado en el deporte?. 

R. La realidad es que en música, España se mueve en segunda división, por seguir con las comparaciones deportivas. No existe una casa editorial, un centro educativo, una agencia de conciertos, una casa de discos ni una orquesta al nivel de las diez mejores del mundo. No tenemos un Real Madrid ni un Barcelona que han sabido hacerlo muy bien a nivel de publicidad, ingresos y resultados. Por lo tanto, si nos movemos en segunda, hay que ser realista y aceptarlo. Sin embargo, creo que la situación es todavía más preocupante ahora que hace unos años cuando contábamos con unas figuras que parecen no haber tenido relevo a su altura. Es un tema que habría que estudiar seriamente y reflexionar por qué ha ocurrido. Esto si hablamos de figuras. Si hablamos de nivel musical, creo que se ha elevado mucho durante los últimos años y hay un buen número de instrumentistas de altísimo nivel que están en grandes orquestas, tenemos orquestas y grupos de cámara estupendos y buenos solistas también que actúan por todo el mundo. Este esfuerzo hay que saber valorarlo y es además reconocido en otros países. Por eso hay que seguir esforzándose y no dejar que decaiga el interés, la formación ni las oportunidades para los músicos españoles. 

Alberto… ¿no has grabado ningún CD?...¿porqué?, ¿no te gustaría grabar algo.. ? ¿De quién, de qué compositor grabarías música o qué piezas te gustaría grabar?. 

R. Ya te he comentado anteriormente mi relación con el estudio de grabación. Creo que finalmente ha llegado el momento de hacerlo pero yo siempre preferiré las grabaciones en directo. Es verdad que lo que haces durante un concierto depende mucho de la atmósfera, la acústica y la energía que se intercambia con el público. Así, algo que puede resultar de gran efecto en el directo, al oírlo grabado no funciona en absoluto. Esto es así porque nos hemos acostumbrado, y esto es terrible, a oír las obras y conocerlas por grabaciones de estudio. Grabar es como estar en un quirófano donde parece que te juegas la vida con cualquier error. Por supuesto, luego todo se soluciona, pongo aquí y quito allá, pero ¿alguien cree que en un estudio se puede llegar a transmitir algo? Es por eso que la única forma de impresionar es a través de la perfección absoluta en términos muy relativos, claro está. Por esta razón determinados intérpretes que en disco parecen ser muy normalitos nos sorprenden en el directo y viceversa. Lo más terrible es que la asepsia del estudio de grabación ha acabado imponiéndose como un criterio artístico en las salas de conciertos, no hay más que ver la evolución de las grabaciones en directo de los grandes pianistas del siglo XX y XXI. Dicho esto, te puedo decir también que tengo más o menos pensado lo que me gustaría hacer el día que entre definitivamente en el estudio, pero a saber si se cumplirá… 

Estoy viendo que, quiero saber tantas cosas de Alberto Urroz que quizá habría necesitado DOS ENTREVISTAS y no solo una… pero.. habrá que contentarse de momento.. 
 
¿Qué tal te llevas con la pedagogía?. 

R. La relación con la enseñanza es muy buena. Me encanta enseñar y tengo una relación estupenda con todos mis alumnos. Otra historia es la relación con el sistema de enseñanza que no es tan buena. Es terrible que los funcionarios de la enseñanza cada día estén más perseguidos y controlados consiguiendo precisamente todo lo contrario de lo que supuestamente predican las autoridades, es decir, que cada día sean más “funcionarios”, palabra que a día de hoy han conseguido llenar de significado peyorativo. Para la enseñanza de un gran maestro se necesita flexibilidad, poder cambiar clases, intensificarlas si el alumno lo necesita, redistribuirlas según las necesidades, rentabilizar el tiempo dedicado a la pedagogía como el maestro sabe, dejarle tiempo para estudiar, programar actividades propias y para el alumnado, seguir activo y facilitar siempre su carrera instrumental, darle libertad para que sea creativo en definitiva. Sin embargo lo que tenemos es todo lo contrario, dificultades desde la administración para cambiar una clase, salir a dar un concierto o tomar la iniciativa en horarios y actividades… Los músicos son de los profesionales más generosos que conozco en este mundo pero si se les atiza es normal que se limiten a lo estrictamente obligatorio y pierdan la ilusión, es decir, es normal que se vuelvan cada vez más acomodados y reticentes a hacer algo fuera de lo que se les exige. Lo peor de todo es que de esta forma los mismos padres ven como natural lo que no es y acaba por influir negativamente en la enseñanza de sus hijos. Está claro que esto lo ve un ciego, pero a las autoridades no les interesa más que hacer ver que las cosas funcionan y para ellos que el sistema funcione es que encajen todas las piezas en un sistema rígido y obsoleto donde no haya problemas ni pueda haberlos. Es triste pero es así. A pesar de todo, veo a mis compañeros del Conservatorio Arturo Soria y otros centros llenos de ilusión, participando y organizando eventos que nadie va a agradecer lo suficiente nunca y mucho menos la administración. Habría que hacer una renovación total y por supuesto, nadie la va a hacer en este país jamás. En este aspecto soy un realista bien informado, si me permites la ironía. 

Ahora vamos a hablar de tu GRAN, DE TU ENTRAÑABLE FESTIVAL… de Mendigorría en la increíble Comunidad de Navarra. 

¡Qué maravilla de pueblo tienes y qué contentos están todos contigo!… que cada verano desde 2004 llevas a tu pueblo a grandes músicos, tanto profesores como concertistas… ¿has notado que la gente es más receptiva ahora a la música clásica? O ¿qué cambio has notado desde que empezó el Festival hasta ahora?..¿va otro tipo de público?. 

R. Este año hemos celebrado la décima edición. Una eternidad para un festival que apenas cuenta con presupuesto de partida. Cuando empezamos todo parecía una aventura divertida, hoy creo que es una gran iniciativa que ha llevado un repertorio increíble de manos de excelentes intérpretes a lugares donde nunca antes se había oído nada parecido. En estos años hemos programado conciertos como el Arte de la Fuga de Bach, recitales sobre la segunda escuela de Viena, el Via Crucis de Liszt con una coreografía contemporánea… hemos colaborado con grandes artistas gráficos, se han escuchado obras difícilmente programadas en cualquier festival y nos han visitado artistas increíbles, algunos figuras consagradas y otros que vinieron siendo promesas y lo son hoy también… reconozco que es honor dirigir un festival con esta ya gran historia detrás. Estoy también muy orgulloso de haber hecho mi pequeño y maravilloso pueblo un poquito más conocido internacionalmente. Creo sinceramente que el festival ha contribuido mucho a que el gran patrimonio artístico de Mendigorría sea cada vez más valorado y reconocido. Y quizás una de las cosas de las que estoy más agradecido es la de contar desde la primera edición con un público increíble que acude a los conciertos con un respeto, admiración y silencio que no ha dejado indiferente todavía a un solo artista. 

Creo que en estos diez años hemos conseguido mantener nuestros objetivos de rigor, variedad y calidad y afortunadamente, todos los espectáculos desde 2004 han destacado por ello. No creo que hemos cambiado mucho aunque sí es verdad que el festival se ha extendido y desarrollado de una forma increíble y algunas veces pienso si no tiene vida propia… 

¿Además de grandes intérpretes… en el Festival de Mendigorría hay lugar, hay alguna sección para dar a conocer a los jóvenes?. 

R. Por supuesto, casi la totalidad de los alumnos que han participado en las clases magistrales han tenido la oportunidad de tocar en un recital final que no es un concierto cualquiera sino uno de los momentos culminantes de toda la programación. Ha sido siempre el único concierto gratuito, no porque no sea digno de cobrar entrada sino porque pensamos que es el mejor regalo que podemos dar a nuestro público. Y así es entendido por todos los que vienen a escucharnos. Algunos de los antiguos alumnos son ya hoy intérpretes maravillosos y mi intención es poder hacer el año próximo ese concierto de ex alumnos que por problemas en la programación no se pudo hacer en este décimo aniversario. Fue una lástima. 

Y hemos colaborado con la JONDE y todos los años hemos tenido algún joven destacado en la programación. Como ya te he dicho, promesas que hoy son una realidad. Podría dar nombres pero prefiero sugerir visitar la web del festival www.festivalmendigorria.com donde se puede consultar la larga lista de artistas que nos han visitado en estos diez años. 

También hay un gran proyecto nacional e internacional que casi es ya una realidad y en el que estás metido hasta arriba, comprometido a realizar… 

R. Desde hace un año soy secretario de la European Piano Teachers Association, más conocida como EPTA, en España. Fue en un encuentro casual con Alberto Portugheis en casa de Oxana Yablonskaya cuando oí por primera vez hablar de la asociación. Alberto Portugheis, vicepresidente de EPTA, me comentó su tristeza por haber intentado durante años crear la filial en España sin éxito. Por supuesto ya había existido anteriormente, pero tras la muerte de Rosa María Kucharsky, tristemente la asociación había dejado de tener actividad en nuestro país y había caído en el olvido. Debo reconocer que yo era la mejor muestra de ello pues realmente jamás había oído hablar de EPTA España con anterioridad. 

Alberto Portugheis es una persona entrañable y muy generosa, él puso mucho empeño en juntarnos a varios pianistas españoles para sacar adelante este proyecto. Reunidos con él, todos estábamos bastante perdidos, pero llegó el momento de decidir si dar un paso adelante o renunciar y casi todos los que estábamos allí decidimos avanzar porque es difícil decir no a Alberto. Así se volvió a constituir EPTA España con la gran pianista Ana Guijarro de presidenta, Luis Ponce de León de vicepresidente, Javier Herguera de vocal y yo mismo de secretario. También tenemos una EPTA joven, rama que se va a dedicar a estudiantes y jóvenes pianistas dirigida por Francisco Fierro. 

Estamos empezando y los primeros pasos no están resultando fáciles, todavía tenemos que encajar las piezas para poder movernos a la velocidad que queremos pero es un proyecto fascinante. Básicamente es una forma de asociarnos para intercambiar ideas, aunar fuerzas y desarrollar la formación. Sería muy largo enumerar aquí todas las actividades que lleva a cabo EPTA, desde editar una excelente revista sobre temas pianísticos a organizar un congreso mundial cada año en un país diferente. Yo mismo asistí el año pasado al congreso de Estocolmo y tengo que decir que regresé entusiasmado. Aconsejo a todos investigar un poco en internet y echar un vistazo a las páginas de las otras EPTAs europeas. Los pianistas casi nunca hemos sabido unirnos, hemos estado siempre divididos y esta es una gran oportunidad para asociarnos, conocernos y relacionarnos. El año próximo va a ser crucial para nosotros. Esperamos poder mostrar nuestra web antes de fin de año, hacer un congreso para pianistas españoles donde tengan cabida todos, desde los más reconocidos pianistas hasta los docentes de la escuela de música de cualquier lugar perdido. Es necesario fomentar la pedagogía, hacerla más accesible y dar oportunidades a cualquier maestro de poder contrastar sus conocimientos con otros profesionales y ofrecerles ayuda si es necesario. También creo que es maravilloso que nos conozcamos personalmente y favorecer los encuentros. Estamos en la fase inicial y pronto haremos el anuncio para todos aquellos que se quieran hacer socios. Las cuotas son muy modestas y creo sinceramente que cuando estemos a pleno rendimiento los beneficios van a ser muchos. Quien esté interesado, puede ya contactarnos en la dirección de correo: epta.es@gmail.com, o si prefieren pueden escribirme un mensaje personal al que contestaré encantado. 

Acabas de volver de Londres y unos días antes estuviste en Francia, ahora ya sabemos que fue un éxito porque hemos leído una crítica en francés que te trata de “virtuoso”… ¿qué pasó que tuviste que tocar dos veces el mismo día?. 

R. Me imagino que pocas veces ocurre en la vida que toques una matinée y debido al éxito te pidan sustituir a un artista indispuesto el mismo día por la tarde. Esto fue lo que sucedió en el Festival Internacional de Música de Hyères. Fue una paliza, pero me dieron tanto cariño y el recibimiento fue tan entusiasta que no podía decir que no. Para mi fue un orgullo ser embajador de la maravillosa música española en un país tan maravilloso como Francia. 

Y ahora… 

R. Estoy organizando un proyecto para Madrid dentro de las celebraciones del décimo festival de Mendigorría. Vamos a reprogramar “Sonido y Silencio” que fue el espectáculo estrella de la novena edición, un proyecto fascinante que tuvo lugar en el Teatro y la Sala de Exposiciones de Zizur Mayor. Encargamos a once artistas plásticos de primera línea que crearan una obra pictórica sobre una determinada pieza musical. Además les pedimos hacer un video relacionado con su creación. De esta forma montamos una exposición y un concierto con proyecciones de video arte simultáneas a la interpretación. Fue un diálogo a cuatro bandas entre la obra musical, el intérprete, el artista gráfico y el público realmente fascinante. Por problemas en la Fundación Pons de la calle Serrano de Madrid no sabemos todavía si podrá ser programado en octubre como estaba previsto. Si no fuera posible, lo haríamos en diciembre en esa misma sede. 

El 3 de noviembre ofrezco también un recital en la Iglesia Alemana Friedenskirche del Paseo de la Castellana, no he decidido todavía el programa así que no puedo adelantar mucho más. 

Y también ahora tengo otro gran proyecto entre manos: si puede ser, también en este momento me gustaría descansar un poquito, desconectar, hacer ikebanas, cuidar de mis plantas y disfrutar de la naturaleza y la compañía de amigos y seres queridos con tranquilidad… vamos a ver si encuentro tiempo para mi. 

¿Qué le dirías a Wert si te lo cruzaras en algún sitio o pudieras hablar con él?. 

R. No le conozco personalmente así que no sé muy bien si es abierto y receptivo a las propuestas. Sólo si lo fuera, le haría unas cuantas que creo que podrían mejorar muchas cosas relacionadas con la música… pero desde luego no me olvidaría de decir que aplicar el 21% de IVA a la cultura es una ignominia. 

Querido Alberto, ya sabía yo que la entrevista iba a dar mucho juego… siempre tan amable y sensato. Te agradezco inmensamente que en aeropuertos y salas de concierto, hayas escrito las respuestas a las preguntas de ésta pelma. 

Será un placer poder ir a verte a esos conciertos de los que nos has hablado. Un abrazo, que tengas una buena temporada en todos los sentidos y que puedas descansar tal y como deseas. ¡Ah, y dale un beso a tu madre!.

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