Iker Güemes Cabrejas con un acordeón, instrumento emblemático en sus composiciones
Empezamos bien… normalmente
soy yo la que busco el currículo del músico en cuestión, pero en este caso, se
me han anticipado e Iker me dice y me envía lo siguiente:
Sobre
el currículum vitae de los músicos
Al tratarse de una entrevista, no
de un programa de mano, creo conveniente aclarar mi postura con respecto al currículum vitae de un músico antes de
ofrecer algunos datos biográficos sobre mí.
No soy muy partidario de los C.V.
porque no sé muy bien cuál es su verdadera función. Es muy discutible asegurar
que la información que aportan complemente el programa de mano de un concierto,
es más, creo que muchas veces, dicha información confunde al oyente con una
superabundancia de datos innecesarios. Si su única pretensión es deslumbrar a
quien lo lee entonces sí, está claro que ya hablamos de otro espíritu y en este
sentido cualquiera puede fabricarse uno ad
maiorem gloriam. A mí no me interesa saber con quién estudió el músico
descrito en el papel o con qué calificaciones terminó su paso por el centro de
enseñanza; ni a cuántos cursos especializados asistió, ni cuántos conciertos ha
dado, ni cuántos discos ha grabado. A mí lo único que me interesa es saber si
fue capaz de aprender lo suficientemente bien su oficio como para alterar mi
letargo auditivo y con la suficiente fuerza como para cambiarme la vida tras su
esfuerzo. Y eso, me temo, no se puede escribir en un papel, eso hay que
demostrarlo tocando, componiendo, cantando, dirigiendo, pintando, escribiendo,
actuando, etc.
Lo cierto, además, es que la
sensación tras leer uno de estos currículums es casi como la de estar en
presencia de un ser casi divino, pero contienen más vanidad que otra cosa y lo
curioso del caso es que casi ningún otro colectivo artístico tiene que pagar
este peaje, pues prácticamente sólo nos afecta a los músicos y en especial a
los “clásicos” (por utilizar una etiqueta que todos reconozcamos). No veo yo
que en los títulos de crédito de una película aparezca la relación
pormenorizada de todos los estudios, las personas con las que estudió, los
logros, sus calificaciones, etc., de cada uno de los actores protagonistas o
del director del film; tampoco lo suelo observar en galerías donde exponen los
pintores, fotógrafos o escultores. Pero un músico parece que si no justifica su
etapa de formación y trayectoria profesional es menos, o peor aún, no es nadie.
Sin exagerar demasiado mis
méritos yo podría presentar uno de varias páginas, pero poco a poco a lo largo
de los años, he ido conscientemente adelgazando y transformando mi C.V. cuando
me lo han requerido para elaborar los programas de mano en donde se iba a
interpretar una obra mía. Porque esta es otra cuestión curiosa, nadie te pide
una comprobación de los datos que aportas, y claro, algunos, pues, mienten
descaradamente. Esto lo digo con conocimiento de causa: en una ocasión, tras un
concierto acudí a saludar al intérprete y le sugerí que corrigiera un dato de
su currículum, pues en la fecha del año que señalaba no pudo estudiar con el
compositor que decía en esa ciudad. Precisamente yo estaba con ese mismo
compositor en otra ciudad en la misma fecha. En este caso, la realidad (porque
me dijo que todo era exacto) no descubrió al mentiroso ya que el recital fue
correcto. Pero en otras ocasiones el mentiroso agrava su caída por culpa,
precisamente, de su C.V., inflado y presuntuoso hasta límites insoportables, ya
que lo que se refleja por escrito no se corresponde con lo que se está
escuchando. De ahí, como decía al principio, que más que ayudar confunda al
oyente. Por eso ya ni los leo (antes lo hacía en algún
caso tras la interpretación del concierto). Aun así, como seguirán existiendo
los programas de mano y para algunos pueden dar pistas dejo aquí algunos datos
sobre mi persona:
Nací en Balmaseda (Bizkaia) en
1971, así que fui niño en la década de los setenta y adolescente en la de los
ochenta en una Euskadi muy convulsa. Mis padres me enseñaron a amar rápidamente
las tradiciones de mi tierra (lengua, folklore y costumbres) y a respetar,
valorar y disfrutar la de otros lugares. De mi primera profesora, Ana Suárez
aprendí el rigor y la seriedad en el estudio; de mi profesora de piano en el
conservatorio de Bilbao, Ana Aranguren, a situarme como músico frente al mundo
y a sacar provecho de mis limitaciones; del compositor y director de orquesta
Julio Lanuza, a desentrañar hasta el último suspiro armónico y formal de una
obra musical, y finalmente del fagotista Malcom Wright aprendí a sentir la
música desde dentro y proyectarla hacia afuera con mi propio tamiz. A él le
debo mi primera interpretación de un músico vivo, Arnold Cooke, el origen,
junto a la sonata para viola y piano de Shostakovich, de mi interés por la
creación contemporánea. Mientras ocurría todo esto también me licencié en
Historia de España y del País Vasco y años más tarde publiqué un libro Crónicas de un oyente (editorial CELYA,
2010). Trabajo como profesor de música en un instituto público que es con lo
que me gano la vida.
Con mis
composiciones pretendo explorar el comportamiento sonoro y formal de elementos
ajenos al discurso musical, intentando siempre encontrar un punto de equilibrio
entre lo conceptual y la belleza irracional de la aprehensión del tiempo.
ENTREVISTA
El libro “Crónicas de un oyente”, escrito por Iker, es el que estoy leyendo y francamente, me está encantando… así es que, ya vamos
viendo cómo es Iker, peculiar y sencillo, nada presuntuoso, con los pies bien
en el suelo y capaz de hacer cosas especiales, muy personales.
Iker, yo te defino y te conozco más como
compositor… pero quizá te sientas también intérprete a partes iguales…
Intérprete
desde luego no. “Crónicas de un oyente” se abre con una cita de John Cage:
“Componer es una cosa, interpretar otra, escuchar una tercera. ¿Qué pueden
tener que ver unas con otras?” Porque no hay que olvidar la faceta más innata
del ser humano ante la música: su capacidad de escucha. Ya en el vientre de
nuestras madres escuchamos cosas (es el primer sentido que se desarrolla en el
feto), es decir, que todos somos oyentes en potencia; algunas personas
desarrollan posteriormente una capacidad para generar música en el instante
(los intérpretes) y otros en el recuerdo (los compositores). Si alguno de estos
pilares falla, la música no existe, así que desde hace mucho tiempo intento
encontrar una respuesta a la pregunta de Cage, pero por el momento vivo feliz
en la ignorancia del que busca. Concretando tu pregunta me considero un oyente
bien formado, un compositor que nunca dejará de serlo y un intérprete mediocre.
Euskadi es una tierra muy musical, ¿cómo se
vivía la música en la época en que tú la estudiaste? ¿lo veían como algo
raro?.
Para
nada, todo encajaba de forma muy natural, incluso las disciplinas más dispares.
Por ejemplo, cuando era niño, yo jugaba al fútbol en el equipo del pueblo,
acudía a clases de solfeo y piano y en un centro cultural local aprendía a
tocar el txistu (instrumento popular
vasco, una especie de flauta de tres agujeros que se toca acompañado de un
tambor de doble membrana). Esto era lo
normal, y te aseguro que éramos muchos los niños que nos divertíamos así,
mezclando actividades de lo más variopintas. Al crecer, la destreza de cada uno
hacía que se persistiera en las actividades o que se abandonaran. En la década
de los 80 hubo también una explosión del mundo del pop y el rock que nos afectó
a todos. Todos queríamos formar nuestro grupo, se supiera música o no (yo lo
tuve, ya en la universidad), y todo esto convivía perfectamente con Beethoven,
Schubert o Debussy. Recuerdo, por ejemplo, una bar de mi pueblo, el templo del
Heavy Metal local, en el que solían ponerme mis cintas grabadas tocando Grieg y
cosas por el estilo. ¡Y nos gustaba a todos!
Tus composiciones, tus performances son ¡tan
originales! ¡tan personales!...
compones para acordeón ¿quién se acuerda en estos momentos del
acordeón?.... Supongo que en Euskadi sí se ha utilizado mucho el acordeón…, Tengo unos recuerdos muy especiales ligados al acordeón y siempre ha sido uno de mis instrumentos favoritos.
Es otro
de los instrumentos típicos, sí, pero no es esta la verdadera razón del uso del
acordeón en alguna de mis piezas. Afortunadamente, se trata de un instrumento
muy valorado en la música contemporánea y no sólo por el color que es capaz de
aportar a un conjunto, también porque sus posibildades son extraordinarias para
utlizarlo como solista. El repertorio para el instrumento se está ampliando a
una velocidad vertiginosa. Desde aquella obra pionera de 1967 “Anatomic safari” de Per Norgard muchas y
muy buenas obras se le han dedicado como solista: la “sequenza XIII” de Berio, “Dream”
de John Cage, “Melodia” de Toshio
Hosokawa, “Passacaille” de
Grisey, “Luz azul” de César Camarero y “Vagabonde
blu” de Sciarrino son sólo algunas de las que más me gustan, pero el
repertorio es inmenso y no para de crecer.
Dices en tu NO CURRICULUM: “Con mis
composiciones pretendo explorar el comportamiento sonoro y formal de
elementos ajenos al discurso musical, intentando siempre encontrar un
punto de equilibrio entre lo conceptual y la belleza irracional de la
aprehensión del tiempo”.
https://www.youtube.com/watch?v=Fo3Tl8IrwUU&list=UUJ7_NC8TT8aEc_q-3dUOxew
No pretendo que alguien entienda mi música a
través de una definición de la misma, sino que través de su escucha pueda
evadirse por un momento de la realidad y disfrute estimulando su nervio
auditivo. Además la definición de la música actual es un terreno pantanoso. Lo
primero que hay que aclarar es qué se entiende por contemporáneo o qué queremos
denominar como tal. La respuesta a primera vista parece que se desvela simple:
todo lo que se produzca en el presente, por lo que cualquier producción
artística hecha en nuestros días se puede catalogar como contemporánea, o más
acertadamente, como música de hoy. Pero no es tan sencillo, en realidad hay
muchas preguntas que hacerse: ¿contemporáneo quiere decir nuevo?, ¿llamamos a
algo contemporáneo cuando en realidad queremos decir vanguardia?, ¿la
vanguardia, genéticamente, tiene que ser transgresora y renegar del pasado?,
¿la reacción en contra de una vanguardia es conservadurismo?, ¿la vanguardia de
hace cuarenta años lo sigue siendo hoy en día?, ¿cuándo caduca la
contemporaneidad de una obra?, ¿cuándo nos libraremos de la etiqueta de posmodernismo?, ¿repetir un modelo de
hace diez años es ser contemporáneo?, ¿si me declaro post-espectralista o
alumno aventajado de la New complexity
ya estoy libre de pecado?
Guillaume de Machaut, John Dunstable o Claudio
Montevedi, por ejemplo, bajo la óptica de alguna de las preguntas anteriores
son plenamente músicos contemporáneos, mientras que Nono, Stockhausen, Grisey,
Berio, Feldman o Scelsi, por ejemplo, ya son auténticos clásicos desde un punto
de vista histórico y musical. En mi opinión el concepto de “contemporáneo”
tiene que poseer un extra de empatía con el mundo en el que uno vive, tratando
de insertar en la producción artística el soplo vital de la vida diaria que
rodea al creador (sus vivencias personales, los acontecimientos socio-políticos
que le toca vivir, etc.,) y presentados
a poder ser con un lenguaje novedoso, o al menos original. Por eso, muchas
creaciones actuales, aunque suenen a “contemporáneo” no lo son, ya que no hacen
más que repetir modelos y caminos practicados desde hace décadas. En este
sentido son más clásicos que el propio Mozart. Yo mismo tengo obras así,
clásicas en este sentido, ya que muchas veces soy incapaz, aunque lo pretenda,
de desprenderme de una influencia. Lo que intento es ir encontrando poco a poco,
y siempre con la máxima honestidad, un camino personal y de vez en cuando, en
una obra o en un pequeño fragmento de una obra lo consigo. Soy “contemporáneo”
a trozos.
¿Qué has querido expresar en, por ejemplo,
ésta pieza “Una poética del mirlo”? ¿En qué pensabas o qué te motivó a
hacerla?.
El
escribir una pieza para acordeón solo fue un encargo para un acordeonista de
Santander. La obra, por diversos motivos, no se pudo estrenar y la guardé en el
cajón en espera de mejores tiempos. Y de repente, hace menos de un año, aparece
en mi vida Fanny Vicens, un talento musical de una vitalidad arrolladora que se
presta a estrenarla. Lo hizo en su país, Francia, así que la obra todavía no se
ha hecho aquí. En sí, la pieza son una serie de transcripciones de diversos
cantos del mirlo común, que voy encajando en una estructura conformada por sus
hábitos vitales (alimentación, forma de vuelo, peso, tamaño, etc.) y una canción
popular alemana. La proporción aúrea también asoma la cabeza por ahí. Un conglomerado de cosas que por momentos
funcionan dignamente.
Dices que trabajas en un Instituto Público…
voy a hacer una maldad ¿qué te dicen tus alumnos de lo que compones?, los
jóvenes pueden ser muy crueles o muy sinceros…
No
utilizo mis obras en un sentido pedagógico. Existen infinidad de ejemplos
mejores para cada caso que les quiera mostrar, además, no sería muy responsable
malgastar el escaso tiempo de la asignatura alimentando mi propio ego. Tengo
muy claro que mi propio interés tiene que estar muy por debajo de la educación
de mis alumnos. Ya me las veo y me las deseo para que tengan una visión
panorámica de los clásicos como para andar ejerciendo de catedrático de composición.
Alguna que otra vez algún alumno acude a algún concierto, es verdad, y por sus
caras adivino más sorpresa que satisfacción.
Según estoy oyendo tu música, combinas partes
tonales con atonales… ¿eso es lo ideal?... ¿o se trata solamente de sacar
lo que se lleva dentro, sin clasificarlo de ninguna forma?. ¿Eres partidario de la clasificación de
la música o como yo digo, hay dos grupos, buena y mala?.
Los que
más a gusto se sienten con las etiquetas son los musicólogos, desde luego, eso
les hace la vida mucho más fácil, y quizás los oyentes perezosos (lo digo en el
sentido de quien no espolea lo suficiente su curiosidad) también se sientan más
cómodos con las categorías que la musicología oficial establece. Lo cierto es
que desde hace muchas décadas el arte ya no avanza diacrónicamente de un estilo
a otro, las diferentes tendencias se desarrollan en sincrónica normalidad; hoy
en día vivimos en un poliestilismo muy estimulante en el que cada cual encuentra sus preferencias y fobias. Y los
musicólogos ante este colosal mosaico andan un poco con el paso cambiado (no
todos, claro, hay universidades como las del Reino Unido, que son un ejemplo a
seguir en esto). Hay colegas que se atrincheran en una determinada estética y
que abominan artísticamente de todo lo demás (cada vez son menos); otros son
auténticos francotiradores con una voz
absolutamente original y otros, como mi caso, vamos picoteando de aquí y de
allá con la esperanza de encontrar un caminar propio, honesto y sincero. Con
esto creo que respondo a tu pregunta: no me convence demasiado la clasificación
musical pero entiendo que haya personas que la necesiten. En este aspecto soy
un panteísta convencido, sólo hay un tipo de música: la que suena. Lo demás son
juicios de valor.
¿Profesor de Música, no de Historia?... ¿hay
alguna relación, en tu caso, cuando compones, entre esa composición y la
historia o al menos alguna vez?.
¿Has compuesto algo que sí tuviera que ver con algún hecho
histórico o una época concreta de la Historia?.
Siempre
hay una relación con la historia. No en vano es mi segunda pasión. Leo mucho,
sobre todo lo relacionado con el siglo XX europeo y de una manera u otra algo
siempre se acaba filtrando: el sentimiento apátrida de los ciudadanos de la
Galitzia oriental, la deshumanización del ser humano durante la Shoah, la
soledad y el abandono de los familiares de los fusilados, la necesidad de la
restitución de la dignidad, la ira como reacción visceral a lo desconocido,
etc. Siempre forma parte del proceso de composición y por eso no me interesa
demasiado hacerlo evidente. Son pequeñas parcelas privadas que visito en
soledad. Tengo unos apuntes desde hace años de una obra para orquesta inspirada
en el mundo concentracionario de los campos nazis, en la misma línea que “Ricorda cosa ti hanno fatto in Auschwitz” de Luigi Nono.
Pero de momento no es mas que un proyecto estancado.
¿Eso de ser de un pueblo vasco o vivir en un
pueblo vasco, hace al compositor distinto?. Me refiero al paisaje, etc. Todos hemos
pensado alguna vez, o al menos yo, cuando oigo a Grieg, que casi no salió
de su país… en que lo que compuso, tenía mucho que ver con lo que él veía
desde su casa… ¿en tu caso?.
Y
Fernando Pessoa, por ejemplo, apenas sí salió de Lisboa y mira tú qué legado
nos dejó. Yo tengo que decirte que en mi caso sí influye. Las formas del
paisaje, los colores del cielo, el olor del aire cuando pasa junto al río en
verano, la humedad invernal que casi se mastica, y cientos de cosas más que
viví de niño han ido forjando mi carácter y lo siguen haciendo. Y esto es lo
que me diferencia del resto, el carácter o la personalidad, como lo quieras
llamar. No hay dos personalidades idénticas y sus fuentes hay que encontrarlas
en la infancia, pero es un proceso que no para de crecer y evolucionar y afecta
a todas las facetas de la vida.
En noviembre de 2012 presentas una
composición, una performance: HITZAK, METÁFORAS, CACHÉES… basándote en los
poemas de Jorge Villalmanzo… ¿Quién es Jorge Villalmanzo y porqué te
inspiraste en su poesía para esta composición?.
https://www.youtube.com/watch?v=kpxNSbzXxY4&list=UUJ7_NC8TT8aEc_q-3dUOxew
Lo
primero que tengo que decir de Jorge es que es mi amigo y un poeta con una voz
mayúscula, original e intensa. Creo que es importante resaltar esto último
precisamente, que Jorge era poeta, no una persona que escribía poesía. Hablo de
él en pasado porque murió de forma repentina en su Burgos natal a comienzos de
la primavera de 2012. Es el culpable de que mis anotaciones sobre diversos
mantras musicales se convirtieran en libro y se puso a mi entera disposición
cuando, sin conocerle personalmente, quise musicar algunos de sus poemas (el
ciclo de nueve canciones “Las cenizas de
la nieve”). Su obra es escasa porque tenía la virtud de entregarse en
cuerpo y alma a los demás y a sus proyectos, así que apenas le quedaba tiempo
para él. Aún así fue capaz de dejarnos joyas como los poemarios “Las cenizas de la nieve” y “Círculo adscrito (por penumbra y reflejo)”
o la desternillante novela corta “Un
japonés en mi interior” que narra las peripecias de un vendedor de
guitarras flamencas en Japón. Esta última novela casa mucho mejor con su
habitual carácter: jocoso, bromista, risueño y generoso. Tenía la virtud de
hacerte sentir la persona más especial del mundo y nunca, nunca pedía nada a
cambio. Si te paseas por Burgos no sería extraño que la primera persona con la
que te cruces, si le preguntas si conocía a Jorge Villalmanzo, te dijera que
era uno de sus mejores amigos. ¡Y no mentriría! Más de media ciudad te estaría
diciendo la verdad.
En cuanto
a los poemas utilizados para “Hitzak,
metáforas cachées” los escribió ex profeso para la obra, así que creo que
estos haikus son sus últimos versos. Le pedí que concentrara en uno o dos
versos las cosas que sentía día a día. A partir de ellos yo construyo esta obra
para piano de casi una hora. Y a partir de la música, la bailarina Magdalena
Garzón va tejiendo toda una cosmogonía del movimiento. Fue una experiencia
maravillosa trabajar con ella y con Tomeu Moll, el pianista, que además de
tocar el piano también tiene su papel escénico.
¿En qué consiste esta performance?... Hay
cosas que tienes que explicar, como las palabras del principio… y porqué
mezclas con francés… ¿usas el francés por algo en concreto? ¿proximidad
geográfica?... En el libro también
cuentas tus experiencias musicales en Paris junto a tu pareja… ¿Has vivido
allí o solo has ido por temporadas?.
Las voces
con las que comienza el espectáculo son las de mi mujer y la mía. Efectivamente
se va tejiendo una red entre palabras (Hitazk,
en euskera) en francés y en euskera. Por definición, un haiku es un superconcenrado
poético de máximo nivel, así que mi primera intención fue reducir a una sola
palabra cada haiku (en francés las producidas de forma más espontánea y en
euskera las más razonadas). Es como si hubiese exprimido cada haiku hasta lo
imposible para obtener su esencia más intensa. A partir de ahí fui convirtiendo
cada haiku, y su doble reducción en euskera y en francés, en música para
agruparlas posteriormente en función del
discurso más lógico. En total son doce piezas las que integran este gran friso
musical.
Y fueron
estos tres idiomas los que elegí porque son los que se pueden oír en mi casa
cada día. Lo del francés es porque mi mujer nació en Laussane y era ella la que
vivía en París. Yo, como feliz enamorado, me limito a seguirla en sus aventuras
viajeras (esto daría para otro libro).
¿Qué has querido expresar en Hitzak,
metáforas, cachées… Es algo que
tiene mucha fuerza, ese piano, esa bailarina… tiene fuerza, energía… es
brillante… Necesito que me cuentes cosas sobre el proceso, etc.
Ya sabes
lo que haría Schumann para responderte a esta pregunta ¿no?, te volvería a
interpretar la obra entera y te diría: “eso he querido expresar”. Aunque
comparto su opinión voy a ser benévolo por esta vez y te diré que el alma de la
obra, en realidad, es una demostración artística de lo provechoso de la
convivencia de las lenguas, de la riqueza que a todos nos aportan. Dios no creo
que castigara a los constructores de la torre de Babel con la confusión de las
lenguas, si esa fue su intención, fracasó. En realidad fue un gran regalo. En
fin, creo que ya me he dejado llevar bastante por mi verborrea respecto a “Hitzak, metáforas cachées”, y espero que
tanta palabra no retraiga a los lectores ya que lo que quiero de verdad es que
se animen a escucharla.
Y luego tenemos CRISÁLIDA también con el
acordeón presente… HABLAME DE ESTA COMPOSICIÓN. Hablas también de Jorge… sé
que está basada en un poema de Jorge Villalmanzo… un poema triste o a mi
me parece que lo es…
Crisálida
Bueno,
más que triste yo diría que describe la idea de la soledad y la muerte sin un
solo gramo de dramatismo. Y, claro, esto impresiona todavía más. La muerte de
Jorge me dejó unas semanas paralizado, pero para el mes de julio ya tenía
terminada la obra para el Duo Daqian, (acordeón y saxofón) los receptores del
encargo. Todo fluyó muy rápido, en unas semanas había acabado el trabajo. Nunca
he compuesto algo tan rápido y con tanta fluidez y con un resultado tan
satisfactorio para mí.
Esta
pieza es una especie de réquiem laico, o más bien un plactus moderno. Sí, el espíritu de la música es el mismo que el
que se destila en todas esas piezas que durante la época del renacimiento y el
barroco se compusieron bajo el formato del “lamento”. Es mi homenaje a Jorge.
Y Crisálida tiene un sonido evocativo de
antiguas civilizaciones, también me recuerda un poco a esa música de los
rituales orientales… es oscura, da miedo o es una música que podría
encajar en una película de terror… es tenebroso … y las imágenes que has
añadido en el video, apoyan esto mismo, es triste… “pasan los surcos, los
años que nos ajan, con la misma intensidad con que brotan o perecen… lo
que ocurriera ayer es un tópico y un mito, el pozo de un mañana, ese
volcán estéril que se espera, para ser destruido en su amenaza” se puede
ver en el vídeo, que forma parte del poema Crisálida de Jorge Villalmanzo… Cuentame algo acerca de esta triste y oscura composición.
Pues
mira, mi intención fue hacer música, sin más. Nunca aplico en mi trabajo
parámetros como los que tu utilizas para describirla. Yo esta obra se la
describí al Duo Daqian así: “Partiendo, pues, del
concepto entomológico de crisálida, he ido trazando una serie de metáforas
musicales que se han ido cruzando y entretejiendo unas con otras. Algunas, son
simples, cual larva de oruga, y conviven en la simultaneidad del momento con
otras elaboraciones metafóricas mucho más complejas. Unas dentro de las otras,
se contienen y progresan hacia el porvenir, estableciendo un discurso fluido y
estático al mismo tiempo. El tiempo humano acotado en cifras, una canción
infantil, el nombre de un amigo muerto en el plano físico y eterno en mi
recuerdo, un poema hermoso y desgarrador, y la lucha infructuosa por una
aprehensión global del tiempo como concepto físico y metafísico (las dos caras
de una moneda que nunca se verán pero que son una sola cosa). Esto es Crisálida.
De todas formas, nada de todo esto es necesario para escuchar la obra.
Lo he descrito porque tú me lo pides, pero para un oyente curioso la única
condición es que abra bien los oídos y se deje llevar.
Siento que es un sonido que enlaza con la
historia de los tiempos… con el origen de todo, un cuerno… un lamento
profundo, una llamada ¿a qué…? (perdona que me ofusque un poco con esto
pero me ha impresionado mucho y el poema uf, es una pasada).
Parece que
necesitas una respuesta, ¿por qué? Yo sólo te digo que tus palabras al
describirla me dicen que el trabajo ha sido provechoso. No porque aciertes o no
en la descripción, sino porque te planteas hacerlo, quieres descubrir cosas.
Quizás una de las mayores trabas con la que nos encontramos los que nos
dedicamos a la música contemporánea sea que el público siempre espera algo. Y
lo cierto es que hay que acercarse a esta música sin esperar nada, dejarse
atravesar por ella y apreciarla en la medida de lo posible. Habrá días que una
obra en concreto no te diga nada, pero otros, sí, todo depende de la actitud
con la que te enfrentes a ella. A mí me pasa con Bach (por poner el ejemplo de
músico más universal), hay días que no aprovecho una audición de las Variaciones
Goldberg, pero la culpa no es de la obra, sino de mi estado de ánimo. La segunda
oportunidad a la música de hoy es algo que por desgracia el público no suele
dar.
Iker, ¿Dónde se interpretan tus composiciones?... o
¿Dónde se han interpretado?... ¿Qué
tipo de público acude a los conciertos de Iker Güemes?.
Lo
habitual es que el contexto sea el marco de un festival dedicado a la música
contemporánea. El “Encontre internacional de compositors” de Mallorca o el “Mixtur”
de Barcelona pueden ser dos magníficos ejemplos. Pero yo deseo que la música
actual conviva con naturalidad en los programas con las obras de Bach, Purcell,
Bartók, Brahms, etc. Por eso soy más feliz cuando me programan en lugares con
menos pedigrí pero donde se acerca un tipo de público más variado, no sólo los
hinchas incondicionales de la contemporánea. Por ejemplo, el último concierto
ofrecido por el Duo Daqian en Francia incluyó “Crisálida”, “Una poética del
mirlo”, un par de sonatas de Bach transcritas para el dúo y un puñado de
canciones de Purcell, todo en la paz veraniega de un pequeño pueblo balneario
de provincias, concretamente en el salón de actos del casino local y con un
público mayoritariamente jubilado.
Y por
dejar constancia de una iniciativa preciosa, hace tres días se tocó una de mis
piezas de “Hitzak, metáforas cachées” en una casa privada de Palma de Mallorca.
Intentar escapar del formato de música subvencionada es necesario, más con los
tiempos que corren, así que esta propuesta mallorquina de “Cultura a casa” de
organizar recitales en casas privadas me parece de lo más acertada. ¡Parece que
volvemos a los viejos salones privados decimonónicos!
¿Tocas alguna vez tu mismo tus composiciones,
sea con el instrumento que sea?.
Casi
nunca, sólo si escribo para piano y muy por encima. Hoy en día el lenguaje de
los instrumentos ha evolucionado tanto que el contacto con el instrumentista es
fundamental para conseguir lo que uno quiere. Ese trabajo codo a codo me
resulta además muy gratificante, y nadie mejor que ellos para conocer las
entrañas de su instrumento. Compartir ese momento de la creación es muy
especial y va generando un fructífero intercambio de ideas que hace crecer la
obra.
¿Has compuesto para el cine o medio similar?.
En una
ocasión comencé a trabajar en la música incidental para una obra de teatro,
pero al final el proyecto salió adelante con la música de otro colega. Y una
vez me llegó un curioso encargo que no acepté: componer la marcha para una
cofradía de semana santa. No estaba yo muy católico que digamos.
Iker, tu música no es fácil… es complicada y
viniendo de alguien aparentemente tan sencillo como eres tú… me sorprende
bastante, ¿qué explicación puede tener… algo tan complicado que hace
alguien tan sencillo “en apariencia”?.
Soy de
gustos y costumbres sencillas sí, Ana, pero ¿de verdad crees que la música que
hago es difícil? No creo que sea así. Mira, las dos personas más sinceras y
libres de prejuicios que han escuchado toda mi obra son mi madre y mi mujer;
unas obras les gustan más que otras y algunas nada, pero nunca han dicho que mi
música fuera como la hipótesis de Riemann, compleja o difícil. Volviendo a lo
de antes, dejarse envolver y averiguar a ver qué pasa sin esperar nada a
cambio. Esta puede ser una actitud recomendable para acecarse a la música de
hoy.
Otro que no tiene web… ¿porqué no tienes una web como
compositor? O ¿quizá la tienes y no he sabido encontrarla?...
Sí bueno,
nunca me he terminado de decidir pero me estoy planteando tener una, quizás de
aquí a unos meses pueda compartirla con todos vosotros. Es una inversión que
hay que calcular muy bien.
Seguro que tienes una gran lista de
composiciones, pero no hay donde encontrarlas… en Youtube solo Crisálida y
más lo que me has ido enviando tú mismo… ¿cuántas obras habrás compuesto y
de ellas cuál es la que más te gusta o con la que más satisfecho te
sientes?.
La
pregunta plantea una crisis familiar en toda regla, ¿a qué hijo quieres más?
Todas me han dado muchas satisfacciones, pero siento debilidad por las que aún
no se han podido estrenar, ya que no he podido ver qué tal les sienta el aire
libre. Tengo un catálogo pequeño, aproximadamente una veintena de obras de las
que se han estrenado más o menos la mitad. No tengo prisa por componer ni
intenciones de legar un catálogo de vastas proporciones.
¿Proyectos?... ¿Qué te gustaría que pasara
aunque no fuera a corto plazo?.
Como sólo
me gusta hablar de lo cerrado y atado te cuento: a finales de este mes de
abril, el sábado 26, Vicent Minguet, estrenará en Barcelona una pieza para
saxofón tenor solo que le he dedicado y en una fecha por determinar del próximo
otoño en Vigo, Diego Ventoso estrenará una pieza para un solo percusionista, en
concreto se enfrentará a un set de diversos instrumentos. Ahora mismo trabajo
en un nuevo encargo para el clarinetista David Romero (otro joven talentoso)
para el que estoy componiendo una pieza para clarinete bajo, un instrumento con
unas posibilidades espectaculares como solista.
Con
respecto a tu segunda pregunta no deseo mucho más. Soy feliz con lo que tengo.
Adoro a mi familia y me siento valorado y apreciado por mis seres queridos. De
entre mis mejores amigos asoman músicos extraordinarios de talante humilde con
los que comparto correrías artísticas. ¿Qué más puedo pedir? Una vez leí una
frase que tengo siempre muy presente: “quien no es feliz con poco tampoco lo
será con mucho” Yo creo que ya voy sobrado.
Muchas
gracias Ana por tu interés y amabilidad.
Me
gustaría, para acabar, si no te importa, dar una pequeña relación de nombres que me han ayudado generosamente a mejorar
como músico y como persona; junto a ellos he ido creciendo paso a paso y todos
han cruzado ya con creces el umbral de la verdadera amistad. Puedo presumir de
haber compartido con todos momentos inolvidables y he aprendido de ellos tanto
que ni se lo imaginan: el tenor Manuel Alejo, el compositor Javier Mª López
Rodríguez, el director de orquesta Sergio Domínguez, los pianistas Pablo Garay,
Tomeu Moll e Iñigo y Andoni Sampil, el musicólogo y violinista Jordi Alomar y
el también musicólogo y saxofonista Vicent Minguet. A todos ellos mi gratitud
más sincera. Lo mejor está siempre por llegar.
Bueno,
Iker, me he quedado con ganas de ver/oír más cosas tuyas… pero es difícil…
espero poder ir a algún concierto donde se interprete tu música y oírla en
directo y desde ya, me pongo a buscar alguna publicación de Jorge Villalmanzo,
creo que me van a gustar mucho sus poemas.
Muchas gracias por todo y ya te diré si necesito algo más… tengo fotos y
voy a ver si puedo poner algún video que no sea solo crisálida. Un abrazo.
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